“Párate aquí y reza por los difuntos” reclama este cartel en un pequeño cementerio antiguo.


No es novedad decir que en nuestra sociedad la MUERTE es TABÚ.


Las personas mueren aisladas en instituciones médicas, sin estar preparadas psicológicamente para partir cuando llega el momento. Antiguamente la muerte formaba parte de la vida. A los ancianos se los cuidaba en casa hasta el último de sus días. La enfermedad y la muerte coexistían con la vida diaria, la risa y el llanto. Toda la familia y amigos podían acompañar al enfermo en sus últimos días y de este modo facilitar la despedida y el tránsito del alma del difunto hacia la luz.

Hoy día, vivimos en una completa ignorancia en torno a la muerte, y llegado el momento de partir, tanto los que se quedan como quien se va viven el momento con gran angustia, confusión y apego.


Los familiares y amigos que les toca despedir a un ser querido tienen gran dificultad en aceptar la separación y en muchos (muchísimos) casos, son éstos, que debido al apego y la falta de información (producto de ese gran tabú) retienen el alma del difunto en la tierra.


Nuestro camino como almas no se acaba con la muerte física, al abandonar el cuerpo hemos de continuar camino como seres de luz, de energía que verdaderamente somos, pero eso no siempre sucede de manera inmediata ya que el apego de nuestros familiares no nos deja partir, es como una cadena que nos ancla en este mundo tridimensional.


En la terapia chamánica puedo ayudarte a aceptar mejor e integrar un duelo y ayudar al alma del difunto a pasar a la luz.