Un día nos damos cuenta que no hay tacón cómodo, que no vemos sin gafas y las raíces de nuestras canas crecen sin piedad.
Que nuestra cintura se va emparejando y nuestras rodillas se van redondeando.
Un día, nos cansamos de imitar en el espejo, a aquella joven que fuimos, y que bello que ha sido, haberlo vivido y sentido.
Haber dado tanto amor, como haberlo recibido.
Adquirir la experiencia y aprender de paciencia.
Qué importa que vamos pa’ viejas, que las hay más jóvenes y más bellas.
Qué importa si tenemos la vida y cada experiencia nos pinta de sabiduría.
Qué honor haber sido y continuar siendo madres, esposas, novias, hermanas, abuelas y amigas.
Que aún nos queda mucho amor por vivir y llega sin exigir ni pedir.
Qué maravillosa es esta etapa de ser como somos, de amarnos tal cual.
Qué lindo es seguir adelante con todo lo vivido y aprendido.
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