¿Has oído hablar del cuento de una mujer que siempre cocinaba la carne cortándole la punta?

Ella siempre le cortaba un trozo y lo metía al horno. Un día uno de sus hijos le pregunta por qué le corta un trozo, a lo que la madre contesta -Mi mamá lo hacía así.- Movida por la curiosidad, va a su madre y le pregunta por qué corta un trozo a la carne, a lo que ella contesta -porque mi madre siempre la preparaba de este modo.- Así, van juntas madre e hija a visitar a la abuela, y al hacerle la misma pregunta, ella contesta: porque mi horno es muy pequeño y la carne no cabe entera en la bandeja.

La gran mayoría de nuestras acciones, pensamientos y creencias, las repetimos automáticamente sin si quiera plantearnos de dónde vienen, si están actualizados, es decir si alguna creencia o acción que fue muy útil en un momento de nuestra vida lo sigue siendo en la actualidad, o si por el contrario ya no resulta funcional.

A medida que vamos creciendo nos vamos creando una manera de pensar sobre las cosas, pero como somos seres relacionales, tenemos creencias compartidas en diferentes niveles.

Compartimos creencias según nuestra cultura, religión, también tenemos nuestros propios códigos familiares, con nuestro grupo de amistades, además de nuestras propias creencias personales.

Y todas esas ideas, que responden a lógicas compartidas, la mayoría de las veces no las ponemos en tela de juicio ni siquiera una sola vez en nuestra vida!

Una primer gran experiencia que desafió en mí todo lo que consideraba válido y evidente en el mundo, fue aterrizar por primera vez en India sin tener el más mínimo conocimiento acerca de su cultura.

Uauuuuu! Allí me cambiaron el mundo!!

Lo que más me fascinó fue notar que todo aquello que yo consideraba como sentido común, allí no tenía ninguna lógica. Allí las normas eran otras. Vacas en el medio de la calle bien atendidas, perros maltratados, comer sin cubiertos, rechazar una invitación a tomar un Chai (te con leche y especias) lo considerarán una ofensa, preguntar algo y obtener como respuesta un movimiento de manos y de cabeza oscilante que puede significar sí, no, asesinaron al vecino o nací en Madagascar!! Que nunca contesten no sé, aunque no tengan ni idea lo que les preguntas. También muchas cuestiones sobre modales, creencias religiosas, vínculos familiares, todo era completamente distinto a lo que yo conocía, y eso me fue ayudando poco a poco a darme cuenta de la relatividad de mi modo de interpretar el mundo.

A donde quiero llegar con estos ejemplos, es que al ir desarrollando el hábito de cuestionar lo establecido, cuestionar nuestras creencias, comenzamos a liberarnos de las ataduras que nos hacen repetir pensamientos, conductas y patrones.

Ahhh, como si fuera tan fácil!!!

No, no lo es, pero tampoco ha de ser necesariamente difícil.

La pregunta es cómo podemos hacer ese cambio.

Y la respuesta es, con paciencia, con cariño y con perseverancia.

Enseñándonos a nosotros mismos, siendo nuestros propios padre/madre, observándonos pero no para reñirnos cuando caemos en un patrón disfuncional, sino para ayudarnos a ver un mejor camino.

Practicando la auto-observación en cada momento. Mindfulness, meditación, es igual el nombre, lo importante es que puedas ir hacia adentro tantas veces como sea posible cada día. Comienza con pequeños objetivos, un minuto, varias veces al día. En lugar de entrar dentro del juego de tus pensamientos, quédate observándolos como un testigo externo.

 Si eres constante, 1 minuto se convertirán en 5 y los 5 en 10… y si continúas, verás como en poco tiempo se convertirá en un hábito.