Esta no es la historia de una postura de yoga, o de unas hermosas mallas artesanales que confecciona mi creativa socia Maite (y que se venden en Camins!), esta es la historia de un hallazgo.

Pincha Mayurasana es una postura que creía que no era capaz de hacer, que ni siquiera estaba en mi lista de cuentas pendientes pero un día, de pronto, me pareció divertido empezar a probar… y así fue como después de casi 12 años como practicante de yoga, llegó! Aún me queda mucho por aprender de esta postura, pero como mi ritmo suele ser lento y tampoco tengo prisa, dejo que vaya llegando…

Lo que me pasó con esta postura fue algo más bello y más grande que ponerme del revés o sentirme un poquito más atlética … me recordó una vez más la magia del yoga, y me recordó algo que suelo repetir en clase: “cuando tu mente te diga “no puedes” …. Tú, ni caso!”

Aún repitiéndolo tantas veces, me sigue pasando. Tenía mil excusas para creer que no podía hacer Pincha Mayurasana, que me falta fuerza, que no confío en mis brazos, que me falta tono en el abdomen, que no soy capaz de subir…. pero probando, y sobre todo JUGANDO, un día mi cuerpo supo cómo hacerla! Él solito. Sin la mente. El único trabajo que hizo acertadamente la mente fue tomar nota del recorrido que el cuerpo necesitaba para llegar ahí, para poder repetirlo.

Para mí, este hallazgo es importante para mi vida cotidiana! Pone de manifiesto, todas las veces que me condiciono a mí misma, pensando que soy incapaz de hacer esto o aquello.  Pone en evidencia, una vez más, lo egoísta y negativa que puede resultar mi mente-ego, que me quiere la mayor parte del tiempo (por ignorancia o por miedo) doblegada, humillada, estancada, encasillada… Me recuerda todas las creencias que tengo que obstaculizan mi crecimiento, o que simplemente, no me dejan avanzar felizmente a cada momento.

Pero lejos de luchar contra ello, lo que más me ayuda es comprender que mi mente es como un niño pequeño. Le doy la atención que me reclama, le perdono sus faltas, pero no me dejo arrastrar, tomo distancia, respiro y sigo caminando con el corazón a todo volumen.

Esto es lo que a mí me aporta el yoga. Por eso en mi vida el yoga es la relación más estable que he tenido jamás, pasa el tiempo y mi amor por él crece y crece, porque a mí me ha ayudado a llegar hasta donde estoy hoy…. y donde estoy hoy, es un sitio mucho más ligero!

Adriana Budnik